martes, 8 de marzo de 2016

ANATOMÍA DEL AZAR

Estamos constituídos de palabras, y eso nos da la forma de un relato,  la justificación de todas las cosas. La expicación que necesitamos para apaciguar a nuestro cerebro y que todo siga una linea  lógica en la vida (aunque ahora veremos que solo aparentemente). 
Explicamos el mundo, desde los procesos historicos generales, hasta los nuestros propios, para acotar el espacio a lo imprevisto, a lo aleatorio, de lo irracional, y todo discurra de un modo "razonable"
Desde nuestro tiempo presente vemos la aplastante lógica que hizo que la escalada de tensión desencadenara en la Primera Guerra Mundial, vimos claro que la política económica después de ésta ocasionó el crack del 1929 en EEUU, que llevó a inflaciones que provocaron que una barra de pan en Alemania se pagara con una carretilla de billetes. Vimos lógico que esas circunstancias, sumadas a las inaceptables y humillantes condiciones que los aliados impusieron a los alemanes, devinieran en el auge del nazismo que llevó, sin duda a la anexión de cada vez mas territorios, que justificaran el "espacio vital " de la raza aria, que provocó el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial... y así sucesivamente.  Pero ni al mejor experto en política y economía de hoy en día puede prever cómo estará el contexto mundial de aquí a ni siquiera un año. Perece que todo está muy claro y es comprensible, pero solo a posteriori. Dentro de 50 años habrá un relato igual de lógico que el de las guerras mundiales, que explicarán nítidamente como fue esta cadena de causas. Es lo que el matemático y filósofo Nassim Taleb llamaría la gran estafa intelectual.
Hay una selección , de entre el infinito magma causal que provoca cada evento, una reducción simplista del campo de las posibilidades. De este modo un oncólogo, toma una muestra que analiza, y al no ver células canceríagenas, infiere sobre todo el resto de cuerpo que no analizó, y determina, "su cáncer se ha curado", luego reaparece y nadie sabe cómo pudo ser. Pero preferimos eso, vivir en la explicación simple, y hasta el momento de la sorpresa, pensar que lo tenemos todo controlado. Bueno, es una elección. Que cada cual elija.
Pero es esa sorpresa, la que determina quizá el resto de nuestra vida, que es, al fin y al cabo, y salvando las diferencias de cada cual,  una cadena de sucesos trascendentales rodeada de un mar de cotidianeidad.  Dicen que la bala que te mata es la que no oyes, las que se escuchan son las que siguen la trayectoria desde tu frente al frente enemigo, pero las que vienen del frente enemigo no se oyen, van mas rapido que el sonido, y en consecuencia, mas que nuestros sentidos.
Del mismo modo hay todo un campo causal ante nosotros, del cual tan solo podremos procesar un porcentaje irrrisorio, es lo que hay, no se puede hacer nada, pero dentro de esa limitación están los que se creen ese relato, esa estafa intelectual, y los que asumen la verdad, o algo mas parecido a ella. Y eso marca una notable diferencia, en primer lugar porque no será el que se rasgue las vestiduras cuando ocurra un nuevo "imprevisto", quizá es el que lo pudo ver un segundo antes y ese segundo marco una diferencia entre el desastre o la salvación, o el que , al no sorprenderse, pudo rehacerse antes y tomar medidas con mas eficiencia y rapidez, porque lo imprevisto lo es solo porque no somos capaces de procesar su llegada, pero no existe nada imprevisto como tal, solo nuestra limitada capacidad intelectual, eso da un punto de escepticismo necesario y una conciencia totalmente diferente del que vive en la "estafa".
Podrían trazarse 1000 relatos históricos paralelos al  "oficial", cada año surgen datos que cuestionan "el relato", descubrimientos arqueológicos, por ejemplo, que tirarían por tierra, el relato historico consensuado por la comunidad académica, pero el que vive en la estafa prefiere vivir en un mundo predecible y "lógico" que saber la verdad de los hechos. Incluso le puede llevar a defender la mentira con uñas y dientes, con tal de no enfrentar ese duro "destete" que conllevaría desapegarse del viejo paradigma.
Así tenemos una especie de dictadura del relato, una especie de duelo eterno entre las mentes flexibles y las rígidas, y lo vemos en el plano histórico, el político, el científico, llenos de. conceptos cerrados, impermeables, y defendidos por ámbitos académicos, políticos y sociales. Pero la realidad es múltiple, la información crece logaritmicamente y los tiempos se han vuelto mucho mas impredecibles que nunca antes. 
Decisión de cada cual será elegir en cual de los dos niveles de conciencia desea estar, y sobre todo, en qué nivel quieres que te pille el próximo "imprevisto".


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