domingo, 26 de enero de 2014

ARISTÓTELES Y EL COACHING



"La virtud es una posición intermedia entre dos vicios, el uno por exceso y el otro por defecto"
ARISTÓTELES.



Creo tener una actitud filosófica, a veces la palabra "filósofo" tiene una carga muy pesada, los griegos consideraban al  filósofo como un "aficionado a la sabiduría", una persona que busca, se equivoca, sigue buscando, encuentra, se vuelve a equivocar...

Aristóteles fue, según muchos, el filósofo mas grande de Grecia. No sé si se podría postular a un filósofo como "más grande", siempre dependerá de qué zonas de nosotros mismos sea capaz de activar, conmover o movilizar. Sea como fuere, fue un hombre que estableció una importantísima base del pensamiento occidental (e islámico) durante aproximadamente dos milenios. Su trabajo, inmenso, abarca la ciencia, meteorología, lógica, física, zoología, teología, astronomía, economía, política e incluso, poesía. Si "rascamos" en nuestro propio inconsciente, muchas formas de nuestro pensamiento son aristotélicas: fue el primer filósofo que formuló las leyes de la lógica binaria y silogística. Tanto la TTL (lógica transistor-transistor) del hardware como los lenguajes formales de programación del software son ampliaciones directas de la formación aristotélica de la lógica y la razón. Casi todas las disciplinas del conocimiento le deben una parte importante a este trabajador incansable en tantas disciplinas.

Además, es un ejemplo para todo coach o psicólogo o educador. Él se encargó de sacar todo el potencial de una persona en su educación y esa persona terminó conquistando una gran parte del mundo conocido: fue Alejandro Magno.

Aristóteles desarrolló una ética de la virtud. Creo que es importante establecer una diferencia entre una ética de la virtud y una ética de la moral. La ética de la moral que imperó, por ejemplo, desde la llegada del cristianismo como monopolizadora de la educación. La moral exige un determinado modo de ser y obrar, inspirado por el dictado u orden de una deidad que premia y castiga según uno obedezca o desobedezca los preceptos a seguir. Eso crea, sobre todo cuando uno ha estado inmerso en esa "cultura" desde su edad más temprana, en lo más profundo del inconsciente, una sensación de culpa, miedo y una tendencia al vínculo de autoridad y obediencia, un estado mental en que uno se transforma en una especie de policía de uno mismo que no ayuda mucho a la felicidad aristotélica.

Freud, en su ensayo "Malestar en la cultura" habla de este aspecto psicológico de un modo muy interesante. Así como Ulises se hace atar al mástil por sus hombres para no tirarse del barco al escuchar el canto de las sirenas, nosotros mismos nos hacemos atar en esta sociedad, para poder vivir en ella. Con todos los problemas que ese "vivir atado", ese "autojuzgarnos" y censurarnos nos provoca.

 La virtud por su parte aflora como una expresión de equilibrio y lógica, en contraposición a una moral donde los valores son impuestos. Aristóteles creía que la felicidad es un fin en sí misma, la única cosa que merece la pena alcanzar en esta vida. Si no te sientes tan feliz como te gustaría es posible que este filósofo tenga algo que decirte: él creía que todo hombre tiene una finalidad en la vida, y la felicidad duradera...la de verdad, se alcanza realizándola. Todos tenemos talentos y capacidades, y cultivándolos virtuosamente nos realizamos y somos felices.

Aristóteles nos podría preguntar:

¿Cuál es tu talento? 
¿En que actividades sientes que fluyes?
¿Qué cosas crees que puedes dar o aportar?
¿Las estás dando?
¿Estás cultivando alguna de tus potencialidades?
¿En el día?
¿En la semana?
¿En el mes?

Si al hacerte estas preguntas, desde la serenidad de tu habitación, te percatas que no estas haciendo nada de estas cosas, quizá sea un buen momento para pensar y escribirlas. Sería una buena primera práctica del día de "ética de la virtud". Solo así podrás empezar a fabricar tus entornos que favorezcan el cultivo y la práctica de ésta...y, en consecuencia, de la felicidad verdadera aristotélica. 


Aristóteles también plantea que la política debería estar encaminada al favorecimiento de estos entornos. Algo que por desgracia no se parece estar dando. Aboga este filósofo por una vida racional, pero solo como primer paso. 

Una vez escuché que con la palabra se abren caminos y direcciones pero las palabras no transitan dichos caminos, quizá haya mucho de este sabio en la frase, ya que la segunda parte del camino son las ACCIONES. Solo así se puede caminar por la senda de la virtud aristotélica.

Aristóteles nos preguntaría:
 
¿Qué estás haciendo por tus potencialidades?
¿Estás dando todo lo que podrías dar?
¿Qué te frena para hacerlo?
¿Algo de lo que te frena te hace mas feliz o virtuoso?

Su ética nos enseña a hacernos conscientes de la actitud de reconocer y eludir los extremos ya que es vivir o desearlos una importante causa de infelicidad. Es lo que Aristóteles llama vicios, que, alejados de la virtud, no ayudan en absoluto a la felicidad que nace de dentro, la EUDEMONIA, mas duradera y menos influenciable por factores externos. Decía Aristóteles que las personas que buscan la felicidad a través del placer y la euforia se sienten cada vez mas desgraciados. Aquí es interesante comprobar que nuestra sociedad occidental fomenta desde casi todos sus canales este último tipo de felicidad.

¿Dónde se sitúan tus extremos?
¿En la comida?
¿En la bebida?
¿En el sexo?
¿En las compras?
¿En determinadas personas que lo sean?
¿En alguna emoción concreta persistente?

Aquí podríamos hablar del eneagrama que nos plantea el enfrentamiento con uno de nuestros "pecados capitales" y, detectar por nuestro eneatipo, si nuestro asunto en la vida es con el egoísmo y la avaricia, o con una actitud de negación que nos lleva a una felicidad superficial, o con la envidia, etc.

Este diagrama plantea que todos tenemos un "pecado capital" entendido como un defecto que domina sobre todos los demás defectos, ese al que vamos cuando nos relajamos. 
 
Si seguimos una ética aristotélica veremos que una virtud concreta, llevada al extremo deja de ser una virtud, siendo la virtud misma un estado de equilibrio. Reza un dicho oriental "nada en exceso, todo moderadamente". Aristóteles tiene muy presente la PROPORCION ÁUREA (proporción que encontramos en la estructura de un caracol, tanto como en la forma de la Vía Láctea o un brócoli) como ese estado de equilibrio y alejarse de él, nos lleva al vicio, una especie de estado de ansiedad que nunca se satisface.

En lugar de concebir el bien y el mal al estilo judeacristiano, como dos fuerzas en batalla eterna, al estilo de una guerra de dioses o de ángeles contra demonios, la bondad en Aristóteles surge como una esencia que aflora de la práctica de la virtud, y la mayoría de éstas se desempeñan siguiendo el término medio (la proporción áurea) entre los extremos.

Por ejemplo, una persona que coma con exceso y de golpe pase a no comer prácticamente nada, no se habrá acercado a la virtud aristotélica, pasará del vicio de la comida al vicio de la abstención...sin haber encontrado la virtud.

Así pues, te animo a que revises estas  preguntas, a detectar tus extremos y conectar con nuestras potencialidades para explotarlas por el camino moderación y a encontrar nuestro propio punto de equilibrio y virtud. Incluyendo en nuestra agenda un poco de ética aristotélica práctica. 



2 comentarios:

  1. Me encantan las terapias flosóficas, hay poca gente en España que use la filosofía en terapias, me parece que ahí está la raíz de todo así que gracias por este magnífico artículo.

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  2. Estupendo artículo. Muy bien expresado, explicado y enlazado todo. Gracias por acercarnos un poquito más la filosofía a nuestras vidas! Y sobre todo al coaching!

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