martes, 8 de abril de 2014

LA SOMBRA VISTA DESDE LA LEY DE LA POLARIDAD

En la anterior entrada "El infierno de Dante y el coaching" escribí por primera vez en el blog  sobre el  encuentro de un hombre con su sombra como camino de desarrollo y crecimiento conciencial, a través de una lectura simbólica de este clásico de la literatura universal;  pero creo que el tema merece la pena ser abordado desde más puntos de vista.
La sombra ha sido tratada tanto por la filosofía como por la literatura y la psicología. Es un tema siempre intenso porque su comprensión requiere siempre de nosotros, no podemos estudiarlo como algo que no va con nuestra naturaleza, emisor y receptor se transforman en una sola cosa, nos invita y nos tienta a abundar en nuestra propia sombra, o así sería deseable. Cuando se habla del tesoro que hay en la sombra se hace referencia a la salida del infierno dantesco,  pero después de haberlo transitado o sea después de haber reconocido lo que tenemos ahí guardado, integrarlo y  trascenderlo.
Hoy vamos a tratar el tema de la sombra desde una ley que se podría decir que es tan antigua como el mismo hombre, es la Ley de la Polaridad.
Esta ley  trata el tema de la unidad o totalidad que se esconde tras  la polaridad. Quizá el propio Platón se refería a estos términos cuando hablaba de la metáfora de la cueva, encadenados como estamos al mundo de las formas (polaridad), sin querer ver la realidad que hay detrás (la totalidad), la cual se manifiesta ante nosotros de un modo polar ya que la totalidad se nos evade de la reflexión racional y de la conciencia misma.
  Es un concepto que lo encontramos en la filosofía taoísta que  explica la unión del ying (la fuerza receptiva) y del yang (la fuerza irradiante) dos fuerzas opuestas que mutuamente se complementan y definen para llegar al TAO.
El ying yang: símbolo taoísta que
representa la polaridad

 En la filosofía hermética también encontramos estas referencias. A la hora de intentar explicar el funcionamiento del universo, los hermentistas postularon 7 leyes para explicar su funcionamiento, una de ella es la ley de la polaridad, que viene a contar algo muy parecido a lo que  Lao Tsé afirmaba a miles de kilómetros de distancia en su Tao te King. Los hermetistas hablaban en términos de unidad del sol (arquetipo de lo masculino y consciente) y la luna (que representa lo femenino, inconsciente, intuitivo) o la simbología de la vara de Hermes-caduceo, con las dos serpientes que simbolizan las fuerzas opuestas.

Visión griega e india de las dos energías
polares
   En el hinduismo llama a la totalidad neti neti literalmente “ni esto ni aquello” y despliegan la polaridad de un modo muy parecido al caduceo, en forma de dos corrientes de energía: Ida (femenina) y Pingala (masculina) que se enroscan cual serpientes alrededor del canal medio Shushumna. En la Cábala se llama al Ain Soph a la “existencia negativa no manifestada”, que no por no ser manifestada no existe. Trata la cábala la cuestión de la polaridad con las tres columnas del árbol de la vida. En algo así debió de pensar Hegel cuando postulaba los tres pasos de la dialéctica: tesis (principio afirmativo), antítesis (principio negador) y síntesis (un principio que incluye los otros dos).

La cualidad de la totalidad está pues fuera de la razón y de la capacidad de la mente,  surgen así todos los métodos que llaman a la quietud de ésta para vivir la totalidad, dependiendo del lugar: la meditación, el tai chi, el chi gong,  los bailes rituales o las danzas sufíes. En la imagen de abajo podemos ver que el contraste, la polaridad, hace que podamos ver dos caras o una copa, pero es imposible ver la totalidad, nuestra conciencia solo puede ver o una cosa o la otra consecutivamente, aquí surge el tiempo, en la conciencia, que proyectamos hacia el exterior, pero la totalidad no tiene tiempo, tal y como se dice de quienes meditando conectan con la totalidad, mas allá de sus conciencias.

En resumen podríamos decir que todos partimos de una “unidad” que vamos perdiendo en nuestro proceso de socialización a través de nuestros padres, familia, sistema educativo, clase social, país, etc y obviamente a través de nuestra propia conciencia. En ese proceso vamos eligiendo o nos van eligiendo, según el caso,  entre una forma de ser, que va dejando en la sombra todo lo que ha sido rechazado o mal visto o condenado, creando una "existencia negativa no manifestada" como dice la cábala en el anterior párrafo.

 Un verso del Tao te King resume muy bien lo que deberíamos aprender de la polaridad:

“El que dice: hermoso
está creando: feo
El que dice: bien
está creando: mal.
Resistir determina: no resistir,
confuso determina: simple,
alto determina: bajo,
ruidoso determina: silencioso,
determinado determina: indeterminado,
ahora determina: otrora.
Así pues, el sabio
actúa sin acción,
dice sin hablar.
Lleva en sí todas las cosas
en busca de la unidad.
Ël produce, pero no posee
Perfecciona la vida
pero no reclama preconocimiento
y porque nada reclama
nunca sufre pérdida.”

Cuando elegimos ser tranquilo, dejamos un nervioso en la sombra, cuando elegimos ser pacifico estamos dejando una ira no expresada en la sombra, porque tal identificación con una parte de nosotros, está negando a la otra, así es la polaridad, y en la negación está el origen de nuestra tensión,  nuestra neurosis  e incluso de nuestra salud (ya hablaremos de la relación entre todos estos planos, que es mucha). El gran error de base es concebirnos polarmente, ya que somos una totalidad, somos la cara y la copa al tiempo. De este modo si nos identificamos con una parte, lo único que estaremos haciendo es dejar la otra parte en la sombra, porque tanto un polo como el otro son la misma cosa, vistos desde la unidad. La diferencia entre blanco-negro, tranquilo-nervioso, generoso-ávaro, sombra-luz, es una diferencia de grado, no de cualidad. Y ambos dos polos tienen una relación de complementación, no de exclusión.

El Sandokai, un  famoso texto  Zen dice:

“Luz y oscuridad
 están frente a frente.
Pero la una depende de la otra
Como el paso de la pierna izquierda
Depende del paso de la pierna derecha.”

Esta teoría nos invita a ver los polos solo ligeramente, ya que lo deseable sería poder ver la unidad en todo. La clave para entender a los demás y a nosotros mismos es ver nuestra foto y nuestro “negativo”, ver qué es lo que estamos dejando en la sombra, porque la sombra busca su modo de expresión y si la negamos ésta se expresara a través de nuestro cuerpo, escenario este donde se plasma el conflicto a través de alergias, asma, problema de riñones, etc etc. No es raro encontrar correlación entre personas tranquilas en la “foto”, pero que cuando duermen rechinan los dientes hasta desgastarlos o sufren de diferentes alergias, expresiones de emociones en el  “negativo” que está  reprimida o condenada y la cual sale por los canales que puede ya que en la “foto” es negada. Lo mismo se puede advertir en los casos de gente dulce y educada que al pasar el umbral de la puerta se transforman en personas iracundas o maltratadoras. Un caso significativamente interesante es el de la iglesia, con una clarísima identificación polar con el “lado bueno”, que deja una enorme sombra que se puede ver en los abusos de la iglesia, conocidos por todos.

¿qué persona has ido dejando en la sombra?
¿qué cosas te tensionan que ves en los demás?
¿tienes alguna patología persistente en tu cuerpo físico?
¿cuáles son tus juicios?
¿la gente que te conoce suele decir algo concreto de ti, hay algún adjetivo compartido?

En la próxima entrada se tratará el tema de la relación entre la sombra y la salud y compartiré claves muy importantes para detectar la sombra en nosotros y en los demás, que al fin y al cabo son la misma cosa. Y caminar juntos la senda que lleva a la persona completa en lugar de a la “buena persona”.

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