domingo, 9 de febrero de 2014

Epifanía

Hay momentos en la vida en que ésta se siente de un modo especialmente profundo, total...son momentos mágicos, en que percibimos desde todas nuestras partes en un equilibrio único, la parte racional, la parte intuitiva, la emocional, la física, momentos que por su intensidad o por su paz o desde la soledad, nuestros sistemas perceptivos están profundamente acentuados. Todos hemos atravesado en algún momento esos puntos vitales, que a veces convulsionan nuestro mundo interno y producen un efecto de "punto de inflexión": una peregrinación, un amor, un desamor, una depresión, un cáncer, un viaje, un libro...

Friedrich Nietzsche escribió acerca de este momento mágico en que la vida se siente con toda su fuerza:

"El gran desprendimiento llega súbitamente, como una sacudida sísmica. El alma joven se estremece de una vez, se suelta, se arranca, ella misma no entiende lo que sucede. Impera un impulso y un embate que se enseñorea de ella como un mandato, despierta una voluntad y un deseo a todo precio de partir hacia alguna parte, arde y llamea en todos sus sentidos una fuerte y peligrosa curiosidad en torno a un mundo desconocido, despierta un susto súbito y una desconfianza frente a lo que ella amaba, un relámpago de desprecio frente a lo que se llamaba deber, una exigencia revolucionaria, arbitraria, volcánica que empuja a la peregrinación."
Nietzsche

Son momentos mágicos, poéticos y no es casualidad que muchos filósofos y científicos hayan elogiado la poesía como la mejor expresión de la realidad, quizá porque la poesía llega allá donde ellos no lo hacen. Frases como:

"dejen que el viento hable, el viento es el paraíso"

se manifiestan como perfectas explicaciones, que dejan a la palabra, como manifestación de la mente lógica en su lugar, haciéndola callar para que hable el viento, la realidad misma, sin traducciones...

Mi último momento mágico lo viví hace unos pocos años,  caminando en soledad por las montañas de Córdoba (Argentina). Iba a trabajar de voluntario a una granja ecológica y mi vida se veía reducida al espacio que ocupaba una mochila. Todas mis referencias sociales estaban a un océano de distancia y todo lo que conformaba mi personalidad en Madrid no estaba en ese momento ahí. Hacía meses que había roto mi billete de vuelta a España, dejando trabajo y una vida "formal" y decidí ir a la vida misma y experimentar la libertad desde otro punto de vista, mi viaje se transformó así en una peregrinación. Y cuando desaparecen todas esas referencias sociales la personalidad se va difuminando y empieza a revelarse la persona. Decía Heidegger que en la soledad aflora el ser, lo que uno es en realidad, desaparecen las cosas (los entes) y solo queda uno consigo mismo (el ser) y es en esos momentos que el mundo parece desplegarse ante uno de un modo diferente, muy similar al modo  que explica Nietzsche en el anterior párrafo.

Seguía diciendo Heidegger que el mundo está como está porque el hombre dejó de preguntarse por el ser para encomendarse al dominio de los entes, pero eso hablaremos en otra entrada...



No hay comentarios:

Publicar un comentario